-Érase una vez un astronauta y un neurocirujano rusos que discutían sobre religión. El neurocirujano era creyente, y el astronauta no. "He estado muchas veces en el espacio", presumió el astronauta, "pero jamás he visto ángeles". El neurocirujano se quedó boquiabierto, y luego dijo: "Yo he operado bastantes cerebros inteligentes, pero jamás he visto un pensamiento".
Ahora fui yo el que se quedó boquiabierto.
- ¿Te acabas de inventar eso? -pregunté.
Negó con la cabeza:
-Era uno de los chistes malos del profesor de filosofía de Arendal.
El misterio del solitario. Jostein Gaarder.
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