Hace poco, en una fiesta en mi súper casa-de-dos-aguas-con-fachada-púrpura-y-cipreres-con-estudio-jardín-salón-real-2 chimeneas-y-hasta-mayordomo-carísimo, estábamos reunidos los cuates tomando unos tragos y tratando de conquistar al mundo cuando mi querida rumi soltó una pregunta al aire..
¿En que aspecto de tu vida, eres sumamente envidioso (a)?
Las respuestas fueron muy variadas.
Yo, mmmmmmmmmmmmmmmm pensaba en voz alta:
No soy envidiosa en mi ropa ni en mis zapatos,
No soy envidiosa con mis cosas ni con mi comida,
No soy envidiosa con personas o amigos,
No soy envidiosa en mi trabajo, porque prefiero las alianzas.
Mi rumi, pensó también en voz alta:
¿En que aspecto de tu vida, eres sumamente envidioso (a)?
Las respuestas fueron muy variadas.
Yo, mmmmmmmmmmmmmmmm pensaba en voz alta:
No soy envidiosa en mi ropa ni en mis zapatos,
No soy envidiosa con mis cosas ni con mi comida,
No soy envidiosa con personas o amigos,
No soy envidiosa en mi trabajo, porque prefiero las alianzas.
Mi rumi, pensó también en voz alta:
ROSALBA, creo que tu eres envidiosa de tu sentir, de tus decisiones. De tu tiempo.
No estaba equivocada.
Soy muy envidiosa de MIS momentos, de MIS tiempos, de MIS ciclos.
Como géminis exponenciada, tomo mis tiempos de acuerdo a mi sentir. Me gusta esperar, me gusta actuar cuando mi interior me dice que es el momento adecuado.
No soporto que me presionen, que me fuercen a tomar decisiones.
No me gusta que me insistan en hacer algo cuando ya he tomado la decisión de poner pausa, ni tampoco que me digan que me detenga cuando siento que es momento para seguir en movimiento.
No soporto que me pregunten mil veces, si estoy bien cuando he dicho una sóla vez que no quiero hablar. No me gusta que me digan que no hay tiempo para pensar, porque si tengo que hacerlo 1, 5, o 20 veces, lo haré antes de actuar.
No me gusta que me obliguen a hacer algo, cuando mi corazón me dicta lo contrario.
No aguanto que me digan “no sabes lo que haces” cuando decido poner STOP, porque será precisamente ese receso lo que necesito para “saber lo que hago y a donde voy”.
No me gusta que me mientan, que me ilusionen falsamente, que me digan que todo estará bien cuando no lo va a estar, que me digan que es cuestión de tiempo, que me hagan creer cosas que no son ni serán, que no fue su intención hacerme daño. No me gusta que se altere el ritmo natural del crecimiento de una flor, que se metan con el caudal natural del río, con la fuerza cósmica del universo, con el sonar constante del segundero.
Me gusta que las cosas caigan por su propio peso (y una pequeña ayudadita), me gusta el ritmo natural de las olas del mar, mirar esfumarse el humo del cigarro; me gusta como se escurre el agua entre los dedos, me gusta la agilidad del vuelo del colibrí, el cambio de color gradual del azul de la mañana, al púrpura de la tarde hasta llegar a la negra noche. Me gusta escuchar a mis seres queridos, me gusta “pedir ayuda”, disfruto escuchar consejos y tomarlos en cuenta, pero no actuaré sino hasta que mi corazón se sienta preparado para enfrentar las consecuencias de mis actos. Si tengo que tomarme un día, una semana, un mes, un año, o una década, lo haré.
Si, soy envidiosa de mi sentir, de mis decisiones, de mi tiempo. Soy envidiosa de mis ciclos, de mi propia inercia, de mi subir y mi bajar, de mi fluir.
SI,
soy envidiosa conmigo misma,
pero jamás tendré problemas en prestar todos mis zapatos.
pero jamás tendré problemas en prestar todos mis zapatos.
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