Ayer por ejemplo soñé que estaba en una farmacia del doctor “simi” y que compraba una especie de flotador para la alberca, sólo que éste te hacía flotar en el aire. Recuerdo perfecto que el encargado de la tienda me dijo al ver mi cara de galleta iluminada:
Señorita úselo, pero no abuse porque puede causar daños secundarios.
¿¿ ¿Daños secundarios??? No le encuentro ningún daño secundario al poder volar…
Si señorita, “mientras más alto vuele, más duele la caída”
Obviamente hice caso omiso y me lancé a la aventura. volé alto muy alto, viajé por lugares inhóspitos, por dimensiones paralelas, a galaxias inexistentes, a estrellas fugaces y también a algunos hoyos negros; visité a mis muertos vivientes, a los vivos que se empeñan en morir, a mis seres amados y también a los un poco olvidados; volé y volé, y floté y floté; me perdí entre el tiempo y el espacio, entre las eras y en las vidas, entre los días y en las noches; me dejé llevar, me dejé flotar, me dejé volar…
(*** Cuando desperté del sueño esta mañana, todo el cuerpo de dolía***)
Ahora, después de un buen relajante muscular, un caldito para el alma y una plática con un amigo, afirmo, confirmo y reafirmo que no importa cuánto duela la caída, los moretones obtenidos, las heridas medio abiertas, los raspones en la cara, las fracturas internas; el regalo de volar, de mirar todo desde las alturas, de sentirnos tan ligeros como el viento mismo, tan libres como el amor compartido, amerita y vale todos y cada uno de los golpes recibidos y no dejaré de hacerlo hasta que aprenda a planear por los aires por mí misma, hasta que venza a esa caída libre y descubra de una vez por todas como volver a tierra sin ningún tipo de dolor.
Algún día, pronto, no necesitaré la ayuda de ese flotador;
sólo bastará con abrir mis alas y comenzar a volar…
1 comentario:
Me fascina tu visión
Publicar un comentario