… y entonces pasó un día. Luego pasaron 2 y así se
le fueron sumando uno tras otro. De pronto los días se convirtieron en semanas,
las semanas en meses y finalmente llegaron los años. Años viviendo la vida como
hoja seca; dejándome llevar por el viento. Sin rumbo, sin dirección; sin color,
sin vida, sin nada.
Si el día de hoy me preguntaran cuál fue el momento
en que me convertí en esa hoja innerte, al fin me siento capaz de responder -libre y sin culpas- : fue cuando
metí en un cajón mis miedos para no tener que enfrentarlos, cuando arrumbé
todas mis preguntas en la pila de asuntos por resolver… ¿las dudas?… esas
siempre intentaron advertirme pero me apresuré a gritar de desesperación para
no escuchar mi propia voz interior. Así que llené las maletas de ilusiones
falsas, empaqué la desesperación disfrazada de un “puede funcionar”, mi
vulnerabilidad la maquillé para salir a escena personificada de valentía, rompí
el espejo con el que había logrado ver mi reflejo sonriente cada mañana y
decidí hacer a un lado mis sueños, mi alegría, mi visión, mi misión, mi pasión
por la vida, mi curiosidad, mi libertad… hasta que terminé por hacer a un lado lo
que más me estorbaba… y renuncié a mi.
Y lo hice como las grandes, con empeño y dedicación,
si señor. Medias tintas no no, no, era
todo o nada, así que opté por olvidarme TODA, para quedarme al final con NADA.
De eso ya varios años. Podría dar la fecha exacta
en que mi castillito etéreo se derrumbó, pero que hubiera sido en septiembre
cuando acepté “una amable y desinteresada propuesta de compartir vivienda” o en
noviembre cuando salí huyendo o en diciembre cuando me llamó para decir “pienso
en un futuro pero no puedo prometer nada” (textual cabe a aclarar, plop!) no
importa en lo más mínimo; lo que importa es que yo decidí adentrarme en una
constante y desgastante lucha contra mi misma.
Luchando por brillar aunque fuera un poco, luchando
para volar aunque mis alas estuvieran fracturadas, luchando por salir a flote
aunque hubiera olvidado como nadar, lanzando destellos como luciérnaga en la
obscuridad. Esbosando sonrisas de vez en cuando que dejaban asomarse un poco de
mi verdadero ser y fue así, que aún en medio de esa lucha constante por
reencontrarme, en el momento perfecto, en el lugar perfecto, en el tiempo
perfecto, el me encontró y me vió.
Logró ver ese destello de luz escondido detrás de
mi sonrisa y un “mucho gusto”. Fué capaz de percibir la esencia que vivía en
ese momento escondida en lo más profundo de mis memorias, y aunque él sabía que
quizá habría algo que me atormentaba, también (estoy segura) sabía que mi fuerza me
llevaría al día en que volvería a brillar por completo. Lo sabía y me vió. Y lo ví.
Y así comenzó todo y ahí estuvo junto a mi. Incondicional,
comprensivo y leal mientras emprendíamos juntos y de la mano, una lucha
desgastante contra todos mis demonios. Me sentí por mucho tiempo como esa
pequeña hoja seca, tratando de trasformar el flotar en volar, confundiendo un
viento fuerte que me volvía a elevar con un par nuevo de alas, rehusándome a
tocar el piso para evitar darme cuenta que ya me había existinguido y que si
quería volver a volar debía entonces dejar de ser tan sólo una hoja que flota.
Tuvimos momentos buenos -si los hubo como no-, momentos en los que sentíamos
que al fin podría re-encontrarme conmigo misma y por lo tanto entregarme
por completo; otros fueron maravillosos -por supuesto que también los hubo- alegres como risa incansable de niño, libres como olas de mar y dulces como comerse un brownie
con helado en una tarde lluviosa de domingo... pero… las caídas, los golpes, rasguños,
trancazos, moretones, recaídas y más recaídas terminaron con lo que debía de terminar.
Fueron 3 años difíciles pero también fueron
maravillosos por haberlos recorrido junto a él. Y finalmente la hoja seca se
encontró sin viento que pudiera ayudarla a planear. La hoja había llegado al
piso y fue entonces cuando comprendí que ya no tenía otra opción, ya no había
ningún sitio a donde ir, ninguna dirección a donde voltear, ningún rincón para
esconderme, ni mucho menos la esperanza de volver a impulsarme, era demasiado
tarde, el fondo ya no estaba sólo debajo de mis talones sino que todo mi cuerpo
sentía el dolor de la caída. Sólo había una forma de salir de ahí.
Transformarse o morir. Así comencé este viaje de búsquedas incansables, de descubrimientos
inesperados, de respuestas sorprendentes, de entendimiento, de
reconciliaciones, de liberación, de confianza, de amor.
No ha sido fácil, no señor, en lo absoluto, pero el
sentir que puedo abrir nuevamente mis ojos y ver mi reflejo claro frente al
espejo ha sido una maravillosa recompensa. No ha sido sencillo, mucho menos
cuando al fin que comienzo a ver, volteo en busca de ese único alguien que "me vió” incluso cuando ni siquiera yo misma fui capaz de hacerlo y ese alguien
ya no está. La liberación es un maravilloso regalo y al liberarnos nos hemos
dado el más grande regalo que jamás nos pudiéramos haber dado; la determinación
para re-encontrarnos y re-encontrar nuestro camino (y por esto le estaré eternamente
agradecida ).
Hoy, claro que pienso en él, no habría motivo para
no hacerlo y no podría ser de otra manera puesto que vive y vivirá en lo más
profundo de mi corazón por siempre. Me lo llevo conmigo de la forma perfecta
que está destinada a ser.
Hoy, es mi DÍA CERO y podrá haber personas nuevas,
personas que dejen de estar ó quizá otras más que regresen, pero eso ya no podrá
moverme de mi centro, porque ME TENGO A MI, y eso a partir de este instante me
es completamente suficiente.
Los demonios que no eran míos los he ido regresando
a quienes realmente les pertenecen; las preguntas las he ido sacando de la pila
de asuntos pendientes para descubrir que cuando creí haber encontrado las
respuestas, las preguntas ya habían cambiado… he cambiado. Las dudas ahí siguen
y seguirán, pero hoy hay una gran diferencia, YA NO TENGO MIEDO.
Lo que pasará mañana es incierto, eso es un hecho. De
lo que si estoy segura es que existe un plan perfecto para mi, tan perfecto que
hoy 10 de Junio de 2013 gracias a la presencia en mi vida de las personas perfectas,
en el momento perfecto; gracias a su gran amor incondicional, lealtad, apoyo,
comprensión, y a mi determinación para dejar de ser una hoja innerte, al fin me
encuentro iniciando el viaje que tanto había estado buscando. He recordado que
cuento con un par de alas brillantes, he recordado que puedo volar, he
recordado mi magia sideral.
Hoy es mi DÍA CERO y aunque falte mucho camino por
recorrer, al fin me siento capaz de decir:
“es momento de volver”.
GRACIAS
GRACIAS
GRACIAS !
1 comentario:
Read yourself again.
Lobyu
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